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lunes, 29 de noviembre de 2010

El asesino de viejas.

Todos derrochamos el asiento en algún colectivo por una vieja.
Todos esperamos haciendo la cola en incontables situaciones a que la señora de la tercera edad que encabeza la fila se decida a pagar lo que indica el tablero del cajero o a encontrar los doscientos treinta pesos en monedas de veinticinco centavos que lleva en un monedero dentro de una carterita sumergido en un bolso repleto de entes.
Todos fuimos, alguna vez, toqueteados y aturdidos por manos ajenas que buscaban convertirnos en un adorno de mesa ratona.
He aquí la breve leyenda de cómo una persona ordinaria se bautizó en nuestro redentor, de la persona que supo (o intento) poner un alto a nuestro sufrimiento y decidió exterminar de la faz de la tierra a las mujeres de más de cincuenta y siete años que transitan libremente por la vía pública.
Por razones obvias estoy obligado a reservar el anonimato de nuestro protagonista.
Vayamos a lo que nos concierne.
“No amigo, no me quedan más chupetines de naranja, se los llevo todos esa vieja que salio recién”. DETONO, explotó, por dentro murió y renació. El punto de inflexión para darse cuenta cual era su objetivo en esta vida.
El, al verse sumergido en este dilema recorrió varios caminos en su pensamiento.
Pensó que el problema real de su contienda con las señoras entradas en años se debía a que podían salir libremente a la calle. No le molestaba que vivan, dentro de su casa.
Entendió que matarlas a todas era imposible, no se podría salir impune de esa actividad. Además iba a suponer demasiado tiempo y dinero, definitivamente no.
Se le ocurrió que podía poner de ejemplo a alguna señora que se encontrase sola (para minimizar el daño colateral), para dar el aviso las demás. Prenderla fuego, ahogarla o simplemente envenenarla. Pero se dio cuenta que el homicidio físico, aunque era la mejor opción, resultaba algo inconveniente, política y económicamente.
Entonces, ideó un plan para lapidar a las damas añejas sin siquiera tocarlas.
Aprendió a llorar, exquisitamente. Perfecciono el arte del recuerdo emotivo conviviendo con monjes maoístas durante 4 años. Podía conseguir transferir la sensación de lamento y sufrimiento a la persona que el quisiera. Entonces, cuando una hembra de antaño lo irritase lloraría, gritaría, gemiría hasta que esta se preocupe por él y en ese instante el transportaría su repulsiva emoción a ella y la misma viviría penada al menos un par de días, lo cual cumpliría el objetivo de no interferir en sus planes.
Perfeccionó su habilidad con el tiempo y la experiencia, y también descubrió que si uno intenta hacerle cosquillas a las matronas que ya tienen suficientes años como para andar obstaculizando los flujos normales del desarrollo de la vida diaria, se rinden y además de dejar de fastidiarte pueden suministrarte dinero, comida o en su defecto lo que uno necesite.
Vivió feliz una vez que logró controlarlas, vivió durante noventa y cinco años en ocho países diferentes.
El transmitió este conocimiento a muchos a lo largo de los continentes y los mares. Muchos que también enseñaron esta pasión a otros.
Las viejas siguen existiendo y nosotros nos seguimos fastidiando. Pero ahora son ellas las que cargan con la culpa.

REVISTA La Sed Verdadera nº2

4 comentarios:

  1. toda semejanza con la vida real es pura coinsidencia..juro que amo a mi abuela por sobre las demas personas.

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  2. lo había subido ya,pero quiz´as te volviste loco por otro motivo grilio

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  3. Magma, muy feliz cumpleaños!
    No todo el mundo te saluda por el blog ehh, facebook está muy quemado..
    Me encantó el asesino de viejas, un idolo de verdad el pibe. Aunque la zambita de la quebrada es mi preferida, está en otro nivel.
    Un beso grande y que te diviertas hoy!

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