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viernes, 13 de mayo de 2011

La ele.


La L era por little no por large. Por eso sus pantalones lo hacían ver como un zombi.
Cada cabeza que se desprendía de su hombro era, a su vez, mas ínfima e intolerante que la anterior. Lo cual no lo situaba en el lugar mas deseado al momento de relacionarse con el mundo que lo rodeaba (y que él odiaba).
Unos pocos locos sentimientos acerca de la iluminación y la profundidad de los secretos, sobre lenguas y sombras ajenas.
Vicio más mala suerte, más ansiedad, igual a sus probabilidades de amar. No era necesario recorrer todos los sucesos de su vida, paso por paso, para pronosticar su futuro.



Acuéstese lentamente sobre alguna superficie rígida. Trate de no pensar en ningún concepto, de no escuchar ni atender a ningún rastro acústico que haya dejado el mundo externo en su pensamiento. Juegue con los colores y las formas hasta que se aburra y se encuentre con nada. Solamente así lo entenderá. De esta manera algunos lo amaron y (hasta sin entenderlo) lo siguieron. Hoy, sentado a mi lado, me mira y se ríe. Pero, por suerte, me acompaña.

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