Mamá juega y miro como pasa el sol
por arriba del río.
En reposera espera un hombre el mar
tensa la tanza, se levanta y se vuelve a acostar.
El cielo se divide en mil y cada parte tiene su color.
Todas las nubes forman un corazón.
Mis pensamientos se van para el cielo.
Las últimas locuras del cuore salieron a naufragar bien adentro.
Toda una vida empezando a vivir.
Una frase por cada momento.
Hacerse amigo del paso del tiempo.
Volver más de madrugada.
Olor a puerto y a documental.
Una manzana y una mandarina para decorar.
Dan sombra los árboles sin cobrar.
Las palomas no vuelan, no hay de qué escapar.
Miren las estrellas que lindas que están.
Todas las nubes forman un corazón.
Con arena está escrito lo más importante.
Que las penas ajenas aprendan a navegar contra el viento.
Toda una vida empezando a vivir.
Una frase por cada momento.
Hacerse amigo del paso del tiempo.
Volver más de madrugada.
jueves, 26 de agosto de 2010
¡Casablanca!
¡Casablanca! ese es un lindo apellido. Queda bien. ¿No?
Si, pero hay que elegirle el nombre no el apellido al bebe, gordo.
Ah, esta bien. ¿Garfield?
Si, pero hay que elegirle el nombre no el apellido al bebe, gordo.
Ah, esta bien. ¿Garfield?
lunes, 23 de agosto de 2010
Chapeau
¡Hoy vuelvo a la vida otra vez!
Se mezclan mis ganas de creer
con el concreto que quemé
y mi envoltura de papel.
Vuelvo a la fila otra vez.
Me salvan las nubes que lloré,
los días que pierdo la conciencia,
las noches que no quiero volver.
Y sin embargo salió un verso en defensa del sueño,
una lágrima de un recuerdo, un pájaro multicolor.
Bienvenida bendita adicción de dar por muerto lo que no pasó,
de sepultar los intentos del tiempo que traen calor.
¡Más de lo mismo otra vez!
Otra canción para después.
El ancho solito no hace nada.
Malos modales pa’ aprender.
Bajo del barco otra vez
y me estaciono para ver
como se escapan los abrazos,
como se odian mis dos pies.
Y por las dudas decime de qué lado dejo la almohada,
cuando compartamos la cama, no me quiero enamorar
Hasta mañana maldita ambición de buscar fuego en el mismo rincón
Donde la calma serena y las flores no saben quien soy.
Se mezclan mis ganas de creer
con el concreto que quemé
y mi envoltura de papel.
Vuelvo a la fila otra vez.
Me salvan las nubes que lloré,
los días que pierdo la conciencia,
las noches que no quiero volver.
Y sin embargo salió un verso en defensa del sueño,
una lágrima de un recuerdo, un pájaro multicolor.
Bienvenida bendita adicción de dar por muerto lo que no pasó,
de sepultar los intentos del tiempo que traen calor.
¡Más de lo mismo otra vez!
Otra canción para después.
El ancho solito no hace nada.
Malos modales pa’ aprender.
Bajo del barco otra vez
y me estaciono para ver
como se escapan los abrazos,
como se odian mis dos pies.
Y por las dudas decime de qué lado dejo la almohada,
cuando compartamos la cama, no me quiero enamorar
Hasta mañana maldita ambición de buscar fuego en el mismo rincón
Donde la calma serena y las flores no saben quien soy.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Antofagasta de la sierra.
A Cástulo y Angelita.
Delante del viento y encima del sopor
afina como un cebo sigiloso y discreto
esta señora que baila todo el verano, machada, y duerme en invierno, de frío.
Por la mañana abre sus ventanas para secar su pelo mojado por el rocío y,
en un acto fugaz, permitir al sol pintar las calles y el adobe con sus manos
mientras se despabilan bostezando las uvas y las llamas.
Entonces los álamos avisan silbando donde van a sombrear.
De tarde salen a pasear los pequeños monarcas del desierto,
que, a la misma hora, siempre aparecen en sus mulas queriendo reconquistar las tierras que aburren a sus padres y en ese instante se vuelven dorados todos los colores y hay que abrigarse
y, luego, complacer a los principitos con chocolate y masitas.
De noche es más puna que luna y más luna que dios.
Cuando media hora después de las tres se apaga hasta la última luciérnaga,
recién entonces, se puede ver claramente.
Se ve que hay más estrellas que acá, sea acá en cualquier lugar, menos allá.
Lo único de lo que hay que cuidarse es de no llegar a pensar que todo es real.
Puede traer confianza, risa y tranquilidad.
Lloré una noche por todo, por creer que no necesitaba nada más.
Lloré, bien acompañado y en la oscuridad.
Lloré de felicidad.
Y ahora canto para no pensar que debo aprender a volver.
No duermo por no soñar que estoy allá otra vez.
Y Angelita me viene a despertar.
Hizo buñuelitos de verdura como ayer.
Se sentó en el patio, a la sombra, a tejer.
Fotografía:Tomás Hansen
viernes, 13 de agosto de 2010
Sancocho.
Tendría que ser ilegal enamorarse. O por lo menos una acción asistida, evaluada y conciente.
Si lo lógico, las leyes, los estatutos, los códigos, las legislaciones fueron creadas para protegernos a nosotros mismos (de los demás y de nosotros mismos) ¿Qué nos protege o ampara de la hipotética frustración desencadena por sucesivos encuentros infelices, reales o ficticios, procedentes de experiencias, accidentales o intencionadas, que hayan permitido la libre interpretación de un estado de satisfacción como un axioma especificado y (aparentemente) conocido como amor? Al que jamás ninguna ciencia, doctrina, escuela, disciplina, academia ni cualquier orden u organización que haya contemplado el estudio y/o/u la observación de hechos y acontecimientos ha podido analizar, mucho menos razonar.
¿Es universal introducirse en un mundo anónimo a la ciencia y el razonamiento? ¿O es el mero deseo de la aventura por aventura misma, íntima al genoma humano que busca participar, definir y sentir lo que hace?
¿Puede haber algo más que la intención enceguecida de buscar la calamidad y el masoquismo, suponiendo los intervalos de este como las expresiones de amor?
¿Existen otras razones para la búsqueda de alcanzar, definir, sentir, juzgar, tocar, vivir, probar el amor?
¿Existen otros entes que nos provoquen el deseo de amar más allá del miedo a la soledad o la atracción física?
Nubes con forma.
Alguna canción.
Ver atardecer.
Los perfumes.
Un invierno.
La caricia.
Cada beso.
Un color.
Árboles.
Reírse.
Un fa.
Dios.
Vos.
Yo.
Si lo lógico, las leyes, los estatutos, los códigos, las legislaciones fueron creadas para protegernos a nosotros mismos (de los demás y de nosotros mismos) ¿Qué nos protege o ampara de la hipotética frustración desencadena por sucesivos encuentros infelices, reales o ficticios, procedentes de experiencias, accidentales o intencionadas, que hayan permitido la libre interpretación de un estado de satisfacción como un axioma especificado y (aparentemente) conocido como amor? Al que jamás ninguna ciencia, doctrina, escuela, disciplina, academia ni cualquier orden u organización que haya contemplado el estudio y/o/u la observación de hechos y acontecimientos ha podido analizar, mucho menos razonar.
¿Es universal introducirse en un mundo anónimo a la ciencia y el razonamiento? ¿O es el mero deseo de la aventura por aventura misma, íntima al genoma humano que busca participar, definir y sentir lo que hace?
¿Puede haber algo más que la intención enceguecida de buscar la calamidad y el masoquismo, suponiendo los intervalos de este como las expresiones de amor?
¿Existen otras razones para la búsqueda de alcanzar, definir, sentir, juzgar, tocar, vivir, probar el amor?
¿Existen otros entes que nos provoquen el deseo de amar más allá del miedo a la soledad o la atracción física?
Nubes con forma.
Alguna canción.
Ver atardecer.
Los perfumes.
Un invierno.
La caricia.
Cada beso.
Un color.
Árboles.
Reírse.
Un fa.
Dios.
Vos.
Yo.
lunes, 9 de agosto de 2010
Mejilla verde o el secreto ídolo del detergente.
Diminuto habitante oriundo de la grandilocuente ciudad de Bernal.
Reconoce su apego por la zona sur pero se aviva considerando las enormes desventajas astrológicas que exhibe vivir en Avellaneda, urbe vecina y cómplice, y vivir bajo la dicotomía de los clubes de futbol.
Atormentado por el paso de los años y el incremento de los días de mucho calor fuera de la época de “verano”, Eufemio ocupa su tiempo restaurando impresoras industriales y sacapuntas.
Su obsesión germenofóbica y el idilio que mantiene con el dadaísmo lo llevan a convivir de manera infame “entre el cepillo y el frontón” y a considerar el amor, visto como una manifestación recíproca y para la cuál se necesitan dos personas (preferentemente humanas), como un síntoma de aburrimiento y desesperanza personal.
A una de sus luchas en contra de la suciedad y a favor del cuidado personal le debe su seudónimo, que lo acompaño durante todo el colegio secundario y su juventud. Pretendiendo destronar el imperio de acné que castigaba su tercio inferior de la cara, ideó una amalgama de salvia, bicarbonato de sodio, acelga, palta, leche condensada y barniz. Las consecuencias obvias de unos cachetes indecorosos y la imposibilidad de faltar al colegio le valieron un apodo no muy cálido. El dice que de chiquito le fascinaba el personaje de Linterna Verde y no lo podía pronunciar bien, entonces en su casa le decían Mejilla Verde. Hoy es verdad la explicación que él elija contar, no el acontecimiento histórico.
Nunca encubrió su fanatismo por Torcuato di Tella, obviamente exceptuando las ideas filantrópicas del italiano creador del SIAM que una vez insultó a Mussolini. El padre de Eufemio puede haber llegado a conocerlo (a di Tella).
Durante mucho tiempo fue voluntario de un grupo anónimo sin fines de lujo que se interiorizaba en el estudio de las similitudes entre el Kama Sutra y la revista Anteojito.
Puede decirse o pensarse que su mayor logro fue haber sido electo miembro simbólico del 3º ateneo latinoamericano de intolerantes a la glucosa, deber que le permitió conocer el resto del continente y descubrir las enormes diferencias entre el comportamiento de los caninos de las metrópolis cercanas al ecuador y el de nuestros perros.
Hoy sostiene una teoría, propia, que expresa que los lunares pueden cambiar de lugar si uno lo desea.
Sin embargo aún conserva un imperceptible rincón dentro de su existencia que lo enlaza con su lado sensible y humano. Lo emocionan las plazas bien cuidadas, pulcras, y le es imposible contener el llanto al escuchar el Aurora en alguna estación de AM.
Reconoce su apego por la zona sur pero se aviva considerando las enormes desventajas astrológicas que exhibe vivir en Avellaneda, urbe vecina y cómplice, y vivir bajo la dicotomía de los clubes de futbol.
Atormentado por el paso de los años y el incremento de los días de mucho calor fuera de la época de “verano”, Eufemio ocupa su tiempo restaurando impresoras industriales y sacapuntas.
Su obsesión germenofóbica y el idilio que mantiene con el dadaísmo lo llevan a convivir de manera infame “entre el cepillo y el frontón” y a considerar el amor, visto como una manifestación recíproca y para la cuál se necesitan dos personas (preferentemente humanas), como un síntoma de aburrimiento y desesperanza personal.
A una de sus luchas en contra de la suciedad y a favor del cuidado personal le debe su seudónimo, que lo acompaño durante todo el colegio secundario y su juventud. Pretendiendo destronar el imperio de acné que castigaba su tercio inferior de la cara, ideó una amalgama de salvia, bicarbonato de sodio, acelga, palta, leche condensada y barniz. Las consecuencias obvias de unos cachetes indecorosos y la imposibilidad de faltar al colegio le valieron un apodo no muy cálido. El dice que de chiquito le fascinaba el personaje de Linterna Verde y no lo podía pronunciar bien, entonces en su casa le decían Mejilla Verde. Hoy es verdad la explicación que él elija contar, no el acontecimiento histórico.
Nunca encubrió su fanatismo por Torcuato di Tella, obviamente exceptuando las ideas filantrópicas del italiano creador del SIAM que una vez insultó a Mussolini. El padre de Eufemio puede haber llegado a conocerlo (a di Tella).
Durante mucho tiempo fue voluntario de un grupo anónimo sin fines de lujo que se interiorizaba en el estudio de las similitudes entre el Kama Sutra y la revista Anteojito.
Puede decirse o pensarse que su mayor logro fue haber sido electo miembro simbólico del 3º ateneo latinoamericano de intolerantes a la glucosa, deber que le permitió conocer el resto del continente y descubrir las enormes diferencias entre el comportamiento de los caninos de las metrópolis cercanas al ecuador y el de nuestros perros.
Hoy sostiene una teoría, propia, que expresa que los lunares pueden cambiar de lugar si uno lo desea.
Sin embargo aún conserva un imperceptible rincón dentro de su existencia que lo enlaza con su lado sensible y humano. Lo emocionan las plazas bien cuidadas, pulcras, y le es imposible contener el llanto al escuchar el Aurora en alguna estación de AM.
Descubrimiento importante
Me di cuenta que yo estaba equivocado.
Pensé que doblebé (W) era una palabra o definición más calificada que doubleyou (W), por que doblebé es más acertado ya que parecen más dos V juntas que dos U juntas. Pero ahí está mi error: pensar solo en la apariencia, dejar influenciar mis pensamientos por lo estético cuando en realidad es más acertada doubleyou por que para pronunciarla (a la letra W) se usa el sonido de la U. Como Washington (tranquilamente podría ser Uashington), suenan parecido la U y la W. o también Watts, que sin temor se podría escribir Uats, salvando distancias, suena igual.
Es increíble.
Pensé que doblebé (W) era una palabra o definición más calificada que doubleyou (W), por que doblebé es más acertado ya que parecen más dos V juntas que dos U juntas. Pero ahí está mi error: pensar solo en la apariencia, dejar influenciar mis pensamientos por lo estético cuando en realidad es más acertada doubleyou por que para pronunciarla (a la letra W) se usa el sonido de la U. Como Washington (tranquilamente podría ser Uashington), suenan parecido la U y la W. o también Watts, que sin temor se podría escribir Uats, salvando distancias, suena igual.
Es increíble.
martes, 3 de agosto de 2010
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