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lunes, 9 de agosto de 2010

Mejilla verde o el secreto ídolo del detergente.

Diminuto habitante oriundo de la grandilocuente ciudad de Bernal.
Reconoce su apego por la zona sur pero se aviva considerando las enormes desventajas astrológicas que exhibe vivir en Avellaneda, urbe vecina y cómplice, y vivir bajo la dicotomía de los clubes de futbol.
Atormentado por el paso de los años y el incremento de los días de mucho calor fuera de la época de “verano”, Eufemio ocupa su tiempo restaurando impresoras industriales y sacapuntas.
Su obsesión germenofóbica y el idilio que mantiene con el dadaísmo lo llevan a convivir de manera infame “entre el cepillo y el frontón” y a considerar el amor, visto como una manifestación recíproca y para la cuál se necesitan dos personas (preferentemente humanas), como un síntoma de aburrimiento y desesperanza personal.
A una de sus luchas en contra de la suciedad y a favor del cuidado personal le debe su seudónimo, que lo acompaño durante todo el colegio secundario y su juventud. Pretendiendo destronar el imperio de acné que castigaba su tercio inferior de la cara, ideó una amalgama de salvia, bicarbonato de sodio, acelga, palta, leche condensada y barniz. Las consecuencias obvias de unos cachetes indecorosos y la imposibilidad de faltar al colegio le valieron un apodo no muy cálido. El dice que de chiquito le fascinaba el personaje de Linterna Verde y no lo podía pronunciar bien, entonces en su casa le decían Mejilla Verde. Hoy es verdad la explicación que él elija contar, no el acontecimiento histórico.
Nunca encubrió su fanatismo por Torcuato di Tella, obviamente exceptuando las ideas filantrópicas del italiano creador del SIAM que una vez insultó a Mussolini. El padre de Eufemio puede haber llegado a conocerlo (a di Tella).
Durante mucho tiempo fue voluntario de un grupo anónimo sin fines de lujo que se interiorizaba en el estudio de las similitudes entre el Kama Sutra y la revista Anteojito.
Puede decirse o pensarse que su mayor logro fue haber sido electo miembro simbólico del 3º ateneo latinoamericano de intolerantes a la glucosa, deber que le permitió conocer el resto del continente y descubrir las enormes diferencias entre el comportamiento de los caninos de las metrópolis cercanas al ecuador y el de nuestros perros.
Hoy sostiene una teoría, propia, que expresa que los lunares pueden cambiar de lugar si uno lo desea.
Sin embargo aún conserva un imperceptible rincón dentro de su existencia que lo enlaza con su lado sensible y humano. Lo emocionan las plazas bien cuidadas, pulcras, y le es imposible contener el llanto al escuchar el Aurora en alguna estación de AM.

3 comentarios:

  1. "Durante mucho tiempo fue voluntario de un grupo anónimo sin fines de lujo que se interiorizaba en el estudio de las similitudes entre el Kama Sutra y la revista Anteojito"

    Me hiciste reir MUCHO. Dudo que haya sido tu intención, de todos modos. Grande Mago!

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  2. SANTOS,estuve en Qumilí:
    ayer fui a comer con Pitu,Ale,Vibra y Tomi Gil
    y hoy me encontre con Catu,Cte y Mery...
    se los extraña

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  3. Uhh que bueno eso! Magma las fotos te las doy en ce de.

    Me gusto la teoría de los lunares!

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