Siempre se debe estar sonriendo cuando se camina en puntitas de pie (podemos permitirnos también una expresión de miedo o sospecha que esté, excluyentemente, acompañada de morderse los labios o tensionar los músculos de la masticación).
En toda ocasión, se caminará en puntitas de pie con alguna misión, objetivo, tarea o actividad especifica definida. Está fuera del ideal existente caminar en puntitas de pie sin ninguna razón o por placer (actividad que se restringe a seres fantásticos, puros o viles que no superen los cincuenta centímetros de altura, entre otras características). De más está aclarar y profundizar que esta misión, faena o ejercicio debe mantenerse en secreto, motivo por el cual la naturaleza de esta actividad por si misma es íntima y en la mayoría de los casos prohibida (para el lugar y el momento en el que se desea llevar a cabo).
Se deben estudiar en profundidad (o intentarlo) los diferentes suelos por los que se desea transitar en puntitas de pie. Un amplio jardín puede presentar una pastura acolchonada (ideal para no generar sospecha) o encontrarse empapado por hojas secas (quienes inmediatamente devalarán nuestra posición y pondrán fin a nuestra travesía). El mismo fenómeno de heterogeneidad ocurre con los pisos industriales, maderas viejas, alfombras, cemento alisado, pana, etc.
Pueden presentarse controversiales y diferentes opiniones a la hora de elegir el mejor tempo (ritmo) para realizar la caminata en puntitas de pie. Por un lado se encuentran los defensores acérrimos de la velocidad. Tentando a la suerte, anhelando que ningún imprevisto (evitable si uno camina con sigilo) detenga la marcha o revele nuestra colocación. Por el otro, los que proclaman y practican la paciencia y el cuidado exhaustivo del silencio. Un buen caminante sabrá optar por el nivel de velocidad que deba utilizar para su recorrido, exigido por las demandas y características de la razón
in vivo por la cual está caminando en puntitas de pie.
Vale la pena (para no dejar cabos sueltos) comentar que siempre se debe caminar en puntitas de pie cuando la visión se encuentra limitada. No se concibe la acción de trasladarse en puntitas de pie por un espacio iluminado, esto sería completamente ilógico, absurdo, insensato, frívolo y mundano.
Para concluir, es recomendable acarrear, en alguna de las dos manos (si se puede hacer uso de las dos) algún instrumento de valor que puede ser; tanto personal, afectivo y místico; como universal, pragmático y terrenal. Este instrumento acompañará y alimentará nuestra ánima durante la duración de la marcha, algunas veces volviéndola divertida, otras solamente interesante.